TODOS LOS AÑOS EL 20 DE NOVIEMBRE CELEBRAMOS EL DÍA INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS DEL NIÑO,
La Convención sobre los Derechos del Niño(CDN) es el primer instrumento internacional que reconoce a los niños y niñas como agentes sociales y como titulares activos de sus propios derechos.
El texto fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989 y entró en vigor el 2 de septiembre de 1990.
Sus 54 artículos recogen los derechos económicos, sociales, culturales, civiiles y políticos de todos los niños. Su aplicación es obligación de los gobiernos, pero también define las obligaciones yresponsabilidades de otros agentes comolos padres, profesores, profesionales de la salud, investigadores y los propios niños y niñas.
El día 20 de noviembre ha quedado institucionalizado como Día Internacional de los Derechos del Niño, o Día Universal de la Infancia. Es una fecha que nos hace recordar que un niño no es solamente un ser frágil que necesita que se le proteja, sino también una persona que tiene el derecho a ser educado, cuidado y protegido dondequiera que haya nacido. Es más, un niño es una persona que tiene el derecho a divertirse, a aprender y a expresarse. Todos los niños tienen el derecho a ir a la escuela, a recibir cuidados médicos, y a alimentarse para garantizar su desarrollo en todos los aspectos.
Estos niños nos explican lo que es un derecho y también un deber
Después de leer lo que estos niños entienden por derecho y deber podemos concluir que:
Derechos: son libertades individuales o sociales garantizados por la máxima ley, con el fin de brindar protección y seguridad a todos los ciudadanos. En nuestro país, estos derechos están en la Constitución Nacional.
Deberes: son reglas, leyes y normas que regulan nuestra convivencia en la sociedad.
DERECHOS
ADEMÁS DE LOS DERECHOS LOS NIÑOS TAMBIÉN DEBEN CUMPLIR SUS DEBERES
VIDEOS DE POCOYO PARA EXPLICAR LOS DERECHOS
Derecho a la igualdad: Pocoyó, Eli y la familia Alien nos muestran que todos los niños tienen derecho a no ser tratados de forma diferente por razón de su cultura, religión, origen, idioma o sexo. ( haz clic en la imagen)
Derecho a la identidad: Pocoyó, Eli y Pato se esfuerzan para identificar a sus nuevos amigos y reunirlos con sus familias. Todos los niños y niñas tienen derecho a ser inscritos al nacer, a un nombre y a una nacionalidad, a conocer a sus padres y a ser cuidados por ellos. ( haz clic en la imagen)
Derecho a la familia: ¿Arañita no tiene familia? Este vídeo nos recuerda que todos los niños tienen derecho a tener una familia que los quiera, que los oriente, a no ser separados de ella si no es necesario para su bienestar y a que el Estado la apoye para conseguirlo. ( haz clic en la imagen)
Derecho a la salud: ¡Pato se ha puesto enfermo! Eli y Pocoyó harán lo posible por que recupere la salud. Todos los niños y niñas tienen derecho a cuidados médicos, a desarrollar hábitos saludables, sin drogas, y a vivir en un lugar sin contaminación y agradable. ( haz clic en la imagen)
Derecho a la participación: Pato y Eli tienen opiniones distintas y no se ponen de acuerdo. Pocoyó les anima a participar y a tener en cuenta las opiniones del otro, porque los niños y niñas tienen derecho a expresar sus opiniones y a que estas sean tenidas en cuenta por sus familias, sus educadores y las autoridades, así como a recibir una información adecuada de los temas que les afecten. ( haz clic en la imagen)
Derecho al juego: Pocoyó, Eli, Pato y Pajarito se divierten jugando y nos muestran que el juego es un derecho de la infancia y que todos los menores tienen derecho a disponer de tiempo, compañeros y espacios para jugar y desarrollarse. ( haz clic en la imagen)
Derecho a la educación: Pocoyó y Pato aprenden muchas cosas en la escuela, pero ¡también hay sitio para Valentina! Todos los niños tienen derecho a una educación gratuita, de calidad y que los convierta en ciudadanos preocupados por el cumplimiento de los derechos humanos en todo el mundo. ( haz clic en la imagen)
Derecho a la protección: ¡Marciano se ha vuelto loco! Quiere que Pocoyó y sus amigos hagan cosas que son peligrosas para ellos. Ellos le recuerdan que todos los niños y niñas tienen derecho a vivir en paz, y a ser protegidos contra cualquier agresión o peligro. ( haz clic en la imagen)
Los vídeos y otros recursos pueden encontrarse también en la web de Pocoyó.
JUEGOS DE LOS DERECHOS
Juego de Unicef para trabajar los derechos del niño ( haz clic en la imagen)
JUEGA Y APRENDE CON UNICEF ( haz clic en juega)
JUEGO LA ISLA DE LOS DERECHOS ( clic en la imagen)
JUEGO SOBRE LA SEGURIDAD EN LOS NIÑOS
JUEGO MUEVE FICHA (UNICEF)
Cuentos para trabajar los derechos de los niños.
El niño que tenía dos ojos.
Con este cuento se apunta a trabajar diferencias y discriminación se trabajan los principios 1-5-10.
Entre anoche y esta mañana, existió un planeta que era muy parecido a la Tierra. Sus habitantes solo se diferenciaban de los terrestres en que no tenían más que un ojo. Claro que era un ojo maravilloso con el que se podía ver en la oscuridad, y a muchísimos kilómetros de distancia, y a través de las paredes…Con aquel ojo se podían ver los astros como a través de un telescopio y a los microbios como a través de un microscopio…
Sin embargo, en aquel planeta las Mamás tenían los niños igual que las Mamás de la Tierra tienen los suyos.
Un día nació un niño con un defecto físico muy extraño: tenía dos ojos. Sus padres se pusieron muy tristes. No tardaron mucho en consolarse; al fin y al cabo era un niño muy alegre…y, además, les parecía guapo… Estaban cada día más contentos con él. Le cuidaban muchísimo.
Le llevaron a muchos médicos…pero su caso era incurable. Los médicos no sabía que hacer.
El niño fue creciendo y sus problemas eran cada día mayores: necesitaba luz por las noches para no tropezar en la oscuridad.
Poco a poco el niño que tenía dos ojos se iba retrasando en sus estudios; sus profesores le dedicaban una atención cada vez más especial… Necesitaba ayuda constantemente.
Aquel niño pensaba ya que no iba a servir para nada cuando fuera mayor…
Hasta que un día descubrió que él veía algo que los demás no podían ver… En seguida fue a contarles a sus padres cómo veía él las cosas… Sus padres se quedaron maravillados… En la escuela sus historias encantaban a sus compañeros. Todos querían oír lo que decía sobre los colores de las cosas. Era emocionante escuchar al chico de los dos ojos. Y al cabo del tiempo era ya tan famoso que a nadie le importaba su defecto físico. Incluso llegó a no importarle a él mismo. Porque, aunque había muchas cosas que no podía hacer, no era, ni mucho menos, una persona inútil.
Llegó a ser uno de los habitantes más admirados de todo su planeta. Y cuando nació su primer hijo, todo el mundo reconoció que era muy guapo. Además, era como los demás niños: tenía un solo ojo.
Idea y texto: J.L. Sánchez y M.A. Pacheco. Este cuento forma parte de la serie Los Derechos del niño, cuentos dedicados a ilustrar los principios del decálogo de los Derechos del niño proclamados por la ONU.
La niña Sin Nombre
Con este cuento se apunta a trabajar el derecho a la identidad, correspondiente al derecho 3.
Había una vez una niña muy pequeña que viajaba por el mar en un témpano de hielo muy grande. La niña estaba sola. Se había perdido. Después de algunos días en el témpano de hielo era ya más pequeño: se estaba fundiendo. La niña tenía hambre, tenía frío y estaba muy cansada.
Cuando el témpano de hielo se había deshecho casi del todo, unos pescadores recogieron a la niña en sus redes. El capitán del barco le preguntó que cómo se llamaba. Pero la niña no entendía el idioma del capitán. Por eso la llevaron al jefe de policía. Nadie fue capaz de averiguar de qué país era la niña; no entendía nada y, además, no tenía pasaporte. El jefe de policía llevó a la niña ante el rey de aquel país y le explicó que no sabían de donde era ni cómo se llamaba.
El rey estuvo pensando un rato y luego dijo: “Puesto que es una niña, que la traten como a todas las niñas…” Pero era difícil tratarla como a todas las niñas, porque en aquel país todos los niños tenían nombre menos ella……y todos sabían cuál era su nacionalidad menos ella. Era distinta de los otros niños y no le gustaban las mismas cosas que a ellos. Y, aunque todos la querían mucho y eran muy buenos con ella, nadie consiguió que la niña dejara de ser distinta de los otros niños…
A los pocos días, el hijo del rey se puso muy enfermo. Los médicos dijeron que había que encontrar a alguien que tuviera una clase de sangre igual a la suya y hacerle una transfusión. Analizaron la sangre de toda la gente del país……pero ninguna era igual que la del príncipe Luis Alberto. Y el rey estaba tristísimo porque su hijo se ponía cada vez peor.
A la niña sin nombre nadie la llamó, pero, como era muy lista, comprendió en seguida lo que pasaba. Estaba agradecida por lo bien que la habían tratado en aquel país, así es que ella misma se presentó para ofrecer su sangre por si servía… Y resultó que la sangre de la niña sin nombre era la única que servía para curar al príncipe. El rey se puso tan contento que le dijo a la niña: ” Te daremos un pasaporte de este país, te casarás con mi hijo y desde ahora ya tendrás nombre: te llamarás Luisa Alberta…”
Pero la niña no entendía lo que decía el rey. Y el rey, de pronto, cayó en la cuenta de que ella no necesitaba ser de aquel país ni llamarse Luisa Alberta… Lo que necesitaba era volver a su propio país, ser llamada por su propio nombre, hablar su propio lenguaje y, sobre todo, vivir entre su propia gente. Había que intentar ayudarla, si era posible.
Así es que el rey envió mensajeros para que buscasen por todo el mundo… y no parasen hasta encontrar el país y la gente de la niña sin nombre.
Al cabo de bastante tiempo, el mensajero que había ido al Polo volvió con la familia de la niña sin nombre. Y por fin, la niña pudo reunirse con sus padres y sus hermanos, que estaban muy tristes desde que ella se había perdido.
Todos supieron entonces que se llamaba Monoukaki y que era una princesa polar. Lo que todavía no podía saberse es si se casaría o no con el príncipe Luis Alberto porque, al fin y al cabo, los dos eran demasiado jóvenes para casarse…
Idea y texto: J.L. Sánchez y M.A. Pacheco.
Este cuento forma parte de la serie Los Derechos del niño, cuentos dedicados a ilustrar los principios del decálogo de los Derechos del niño proclamados por la ONU
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